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Los resultados de Neuquén y Rio Negro desmintieron la hipótesis de que las elecciones provinciales serían un contrapeso frente a la disgregación de la política nacional. Por el contrario, revelaron una pulverización política que desciende hasta los últimos escalones de la organización del Estado, incluidas gobernaciones e intendencias. Aunque se trata de dos provincias con escaso peso electoral, revisten carácter estratégico en el esquema de ´captación de inversiones´ que ilusiona a los representantes políticos de la burguesía, en especial, por el auge de Vaca Muerta, en el caso neuquino. Aunque esa plataforma aparentemente sólida de negocios capitalistas favoreció alianzas cruzadas entre el FdT y JxC detrás de los candidatos locales, el horizonte está poblado de incógnitas.
Cimbronazo en Neuquén
En Neuquén, el MPN oficial fue derrotado por un candidato de su propio palo que se presentó por fuera de esa estructura partidaria. “Rolo” Figueroa (35,6 %), ex vicegobernador de la provincia, se impuso por pocos puntos al candidato bendecido por el clan Sapag, Marcos Koopman (33,1 %). Los dos reunieron detrás suyo un reguero de colectoras desprendidas de Todos y Cambiemos y también mantuvieron prudente distancia de las figuras nacionales de ambas coaliciones. En el caso de Figueroa, recibió apoyos del ´larretismo´ y de Mauricio Macri. A último momento se sumó Patricia Bullrich, que recibió un mentís de parte de la legisladora electa del PRO, alineada con Larreta. Por su parte, el Movimiento Evita aportó un discreto 3 % al ganador de la elección.
El resultado ha despertado inquietud en Houston, que apurará algunas definiciones. El MPN es un “partido-Estado”, una gerencia general de las petroleras y la ´patria contratista´ afincadas en la provincia. Nunca antes había perdido una elección y, hasta ahora, canalizaba las disidencias a través de elecciones internas. Es la primera vez que se manifiesta una ruptura significativa. Algunos ya postulan una reunificación del MPN bajo la jefatura de Figueroa. La coalición ganadora contará, aproximadamente, con 13 legisladores, aunque apenas 5 propios de Figueroa, frente a 11 de su viejo partido, en una legislatura de 35 bancas. Por eso “diálogo, aprendizaje y consenso [fueron] las tres palabras que más repitió anoche el gobernador electo” (Diario Río Negro, 17/4). Para completar el cuadro, en Neuquén Capital, que en algún momento fue considerada un ´bastión´ de la oposición, fue reelecto el intendente del MPN, aunque Figueroa sacó 8 puntos de diferencia en el tramo a gobernador. El corte de boleta se vio favorecido por el método de votación electrónica.
La caída del MPN “oficial” tiene sus razones. La principal de ellas es que el movimiento económico de Vaca Muerta convive con un consolidado 38 % de pobreza según la medición oficial –y probablemente sea mayor-. La provincia fue escenario de una rebelión histórica contra la burocracia sindical, en este caso, de los trabajadores de la Salud. En este escenario, los candidatos de las dos facciones del MPN basaron su campaña en planteamientos ´redistribucionistas´. La situación social de Neuquén es una olla a presión, está golpeando a todas las formaciones políticas. El kirchnerismo local se derrumbó. Su candidato quedó relegado a un lejano tercer puesto, cayendo a la mitad de los votos respecto de la elección de 2019. El sello de Juntos por el Cambio, por su parte, hizo una elección marginal y obtuvo un solo diputado. El candidato de Milei bordeó el 10 %.
En el caso del FIT-U, obtuvo 3,27 % para gobernador y 3,74 % para legislador. Le alcanzó para revalidar su representación de dos legisladores y un concejal por la capital. Sin embargo, es una caída significativa en relación a 2021, cuando sacó 8,2 % para diputados nacionales. En 2019, en la anterior elección de cargos provinciales, por separado, el FIT había sacado 3,52 % y el MST el 0,76 %. Por lo tanto, difícilmente se pueda hablar de una “importante elección”, como reseña “la redacción” del aparato del Partido Obrero. El PO y el PTS mantuvieron una larga y tensa negociación en la víspera del cierre de listas, incluso con amenazas de ruptura, por los tiempos de rotación de la bancada.
Río Negro: triunfo amargo
Aunque el triunfo del oficialismo provincial se daba por descontado, estuvo lejos de obtener una victoria plebiscitaria. Alberto Weretilneck logró su tercer mandato como gobernador con el 40 % de los votos, mientras que el segundo, el macrista Aníbal Tortoriello, sacó 24 %. Sin embargo, Weretilneck, con el apoyo del radicalismo y del cristinista Martín Doñate, aspiraba a superar el 50 %. En 2019, su predecesora, Arabella Carreras, se impuso con el 52 %. Con este resultado, el oficialismo perderá diez bancas en la legislatura (de 28 a 18 legisladores, sobre 46 escaños). Dependerá de mantener alineados a sus socios (5 peronistas y dos radicales) para reunir la mayoría simple. Enfrente, el macrismo tendrá 14 legisladores. El peronismo, por su parte, se fracturó en tres listas. Según algunos análisis, Weretilneck pagó con esta pronunciada caída de los votos su acercamiento al kirchnerismo. El último tramo de la campaña, sin embargo, estuvo marcado por crecientes reclamos y protestas, incluida una rebelión de los docentes, que desoyeron una conciliación obligatoria y paran todas las semanas, en un plan de lucha administrado, no sin esfuerzo, por la burocracia de UNTER. La abstención llegó al 36 % del padrón, 10 puntos más que en 2019.
La elección del FIT-U no tuvo mayor repercusión. Obtuvo el 3,03 % de los votos. En 2019, el FIT había obtenido 2,62 % y el MST, 1,2 %. En 2021, para diputados nacionales, juntos, sacaron el 4,86 %. El Nuevo MAS sacó el 1,56 %, apenas por debajo del 1,6 % que obtuvo en 2021.
Estos resultados son una advertencia para los ´feudos´ provinciales, cuyos gobernadores han intentado mantenerse al margen de ´la grieta´ en las disputas locales. Lo que unifica políticamente a la Argentina es el quebranto del Estado y la pauperización de las masas, de un lado, y la expectativa por el remate del patrimonio público y el abaratamiento de la fuerza de trabajo, del otro. Esa es la verdadera ´grieta´ que separa a explotadores y explotados.
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